Por Juanita Flores
Hoy, siento magia en el aire, el amor me envuelve suave y dulcemente y la vida fluye desde una burbuja que me protege del terror de la ciudad en guerra.
Tienes que ir y quedarte ahí…
sentarte en el sillón verde olivo, como los pastos en la pradera luminosa y cálida de sol mientras tus sentidos se sosiegan, se impregnan del aroma, del color, de la presencia floral del derredor.
Si gustas de un late, de un shai, de un café de olla, fuerte y caliente que sostenga tu aliento mientras sucede la magia, es un buen inicio.
Mientras, las flores hablarán…
y tus sentimientos más profundos, identificarán, cuál de ellas esperó por ti para llevartela.
Yo estuve ahí y percibí en un hombre extranjero, moreno, sucio por el trabajo del día, sin duda, con bajo presupuesto, que parecía ajeno al lugar, aspirando a obtener un precioso ramo de 20 rosas que le inspiraron llevar.
En eso… la florista con su magia, con el arte que sólo dan las almas sensibles. Lo observa y le pregunta si sólo quisiera una rosa, el costo del ramo que elige es sumamente alto.
Él se queda pensando, sin dejar de mirar el hermoso ramo de rosas rosas. entonces, ella acicala una flor mexicana, accesible, no menos bella que las otras y se la ofrece, él , no muy convencido, le dice que quiere una roja, entonces ella mágicamente toma su mirada y la dirige a una rosa roja que deshoja, la junta con la otra, le pone un hermoso follaje verde, una cubierta transparente como para protegerlas del mal tiempo de la ciudad, las prepara para el viaje, entonces él se anima y pide otra más, la artista coloca el último detalle, el mensaje de amor que a él le pide firmar, le entrega el bouquet, y él, sonriente, con su valiosa posesión sale al mundo lleno de ilusión, sin reparo paga 3 veces más de lo que pensaba gastar.
No es el costo, hay quienes venden flores, pero, existen pocos seres humanos que tienen el don, el arte de arrancar del cuerpo toda la emoción que alguien puede inspirar, envolverla con celofan y colocarle detalles, devolverla en flores que hablan, que le dicen al otro cuánto amor el enamorado puede dar
Así que tienes que ir, pedir un café, sentarte entre las flores, pensar en el amor que te hará vibrar y dejar que la magia suceda en ese lugar.