
Fuel el ganador del premio bellas artes de novela 2016 y estuvo en el Cecut acompañado por Daniel Salinas Basave
“Creí que había llegado el turno de hacer un western, había hecho antes Chinola Kid, que no era de época, sino de buenos y malos porque yo sabía mis límites como narrador, pero después de seis o siete novelas me sentí con la capacidad de hacer una novela ambiciosa de 416 páginas”, precisó
TIJUANA, B.C.- El ganador del Premio Bellas Artes de Novela José Ruben Romero 2016, Hilario Peña presentó su libro Un pueblo llamado Redención en la Sala Federico Centro Cultural Tijuana, organismo de la Secretaría de Cultura, acompañado por Daniel Salinas Basave quien figura como único mexicano preseleccionado para el IV Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, por su obra Días de whisky malo.
“Leer Un pueblo llamado Redención fue como un dejavú, de sensaciones de la infancia, los setenteros fuimos la última generación a la que le alcanzaron a tener entre sus juguetes las pistolas de sheriff y el arco, las flechas y el penacho”, dijo Salinas Basave al inicio de su participación esa noche de miércoles.
“Tuvimos una infancia en la que jugábamos a indios y vaqueros, y desde aquellos años no me había vuelto a sumergir en una historia típicamente western, ni a leer algo tan radicalmente fiel al oeste, algo como este western fronterizo que tiene que ver con un pasaje de la historia que nos da por ocultar, por el carácter centralista de la literatura”, continuó el autor regiomontano.
“Creí que había llegado el turno de hacer un western, había hecho antes Chinola Kid, que no era de época, sino de buenos y malos porque yo sabía mis límites como narrador, pero después de seis o siete novelas me sentí con la capacidad de hacer una novela ambiciosa de 416 páginas”, precisó Peña.
“No me gusta la novela histórica, porque la veía como demasiado hacinada en las mentes de gobernantes que tomaban decisiones, que cambiarían el rumbo del país y no es lo que me atrae, lo que buscaba con Un pueblo llamado Redención era echar luz sobre un periodo histórico tan oscuro como la segunda mitad del siglo XIX y de cómo vivía la gente de esa época en el Norte de México”, dijo.
“Me interesaba oler el miedo de los habitantes de la zona septentrional del país ante la posibilidad de una nueva incursión bárbara; oler las cabelleras sanguinolentas colgando de las lanzas de los mercenarios”, concluyó el también autor de las novelas Malasuerte en Tijuana; El infierno puede esperar; La mujer de los hermanos Reyna y Juan Tres Dieciséis